En nuestro país hoy en día hay más jóvenes que nunca. Somos una generación que, junto con la nacida a partir de la década de los 2000, se presta a ser una gran base productiva para nuestro país. Nunca había habido tantos jóvenes como antes en México y eso se debe de aprovechar de la mejor manera para que nuestro país sea importante en el orden internacional.
El argumento anterior lo expuse hace unas semanas cuando destacaba que poco a poco esas dos grandes generaciones se desperdician por la falta de oportunidades que, tanto los gobiernos locales como el federal, no son capaces de otorgar a su población.En la actual administración del presidente Peña, no se crean empleos, y los que se crean, son temporales y mal pagados en su mayoría. Eso repercute también en el aspecto político. Hoy los jóvenes están desencantados con la política y pocos son los que se quieren involucrar.
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Como es sabido por todos, el domingo es día de elecciones en el Estado de México, y nos encontramos ante varias vertientes: la continuidad de 88 años de gobierno priísta con Del Mazo, el peligroso populismo que arrastra Andrés Manuel López Obrador a través de Delfina, o bien, el desastre que ha representado el PRD para la capital del país, qué bien pudiera estar cristalizado en Juan Zepeda.
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Nada menor, el Edomex es el estado más poblado del país y, también, la antesala a las elecciones generales del próximo año. Es entonces dónde la figura de nosotros los jóvenes debería de surgir. Más participativos, críticos e informados aprovechando las tecnologías de la información, más avanzadas que nunca. Nosotros debemos ser quienes rechacen la dañina continuidad, al populismo o al desastre.
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Acción Nacional se ha caracterizado por ser el único partido que puede sacar al PRI como ya lo hizo de Los Pinos en 2000, y de siete estados el año pasado. La alternancia se le da al PAN, y se le da bien. La figura de Josefina Vázquez Mota como candidata y gobernadora en el Edomex, caería bien a una entidad que ha sufrido mucho por la situación actual coyuntural por la cual atraviesa nuestro México.
En los estados que aún gobierna el PRI, incluyendo el Estado de México, es donde más feminicidios se llevan a cabo y dónde la corrupción alcanza grados nunca antes vistos. Por su parte Morena tiene en su líder a un personaje que una y otra vez ha demostrado no ser de izquierda, mucho menos progresista, y todavía menos, un cambio positivo para México, ¿o someter los derechos de la comunidad LGBTTI a un plebiscito es progresista? Definitivamente no. Eso incluso atenta contra la progresividad de los derechos humanos. Mientras que el PRD y las entidades que gobierna tampoco han mostrado gran desarrollo.
Los municipios con la mejor calidad de vida de toda la federación son gobernados por el PAN (Benito Juárez y San Pedro Garza García); con el PAN las reservas internacionales crecieron a niveles nunca antes vistos, y gracias a la incansable lucha histórica del PAN, es que hoy podemos ir a las urnas y elegir a quien mejor represente nuestros ideales o nuestros intereses.
Este 4 de junio, los mexiquenses deben recordar todo eso y dar el voto de confianza a Josefina Vázquez Mota, pues solamente el PAN puede sacar al PRI.
Nuestro país es un país violento. No está en guerra como lo está Siria, pero es un país donde la violencia recorre sus calles, sus hogares y a sus habitantes todos los días. Esa violencia está en todos lados y ya se ha vuelto parte del día a día de las familias mexicanas que, en su afán por sobrevivir en las zonas más agresivas de México, tratan de vivir como si nada estuviera pasando a sus alrededores.
Méxicoes un país violento y el gobierno de Peña lo ha permitido. El principal enemigo de sus habitantes son los políticos corruptos que se lían con el narcotráfico y permiten todo en sus estados, como los Duarte, los Moreira, los Fidel Herrera. La lista sigue y el gobierno priísta no hace ni hará nada en el año y medio que le queda por delante. El presidente prefirió, durante cinco años, solapar todo a sus gobernadores a pesar de las grandes pruebas que los incriminaban con el crimen organizado, a cambio de dinero y votos.
México es un país violento. Es un país violento también para sus periodistas, que arriesgan su propia vida y la de sus familiares con tal de no permitir que, en este país, la corrupción de unos cuantos que sostienen relaciones de amistad y hasta compadrazgo con líderes de cárteles, quede en lo “obscurito, bajo la mesa“.
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Durante 2017 van ya seis periodistas asesinados. El periódico La Voz de Michoacán hace un recuento en una nota fechada el 15 de mayo: el pasado 2 de marzo asesinaron a Cecilio Pineda Brito, periodista independiente en el estado de Guerrero, quien fue baleado mientras esperaba su carro en un autolavado. Unos días después, el 19 en Veracruz, mataron al columnista Ricardo Monlui de un balazo en la cabeza mientras desayunaba en restaurante. El 23 del mismo mes, ejecutaron a Miroslava Breach, reportera del periódico La Jornada, frente a su casa en Chihuahua.
La lista sigue: el 14 de abril mataron en el estacionamiento de un centro comercial City Club, en la ciudad de La Paz, a Maximino Rodríguez, periodista de un medio local en Baja California Sur. El 2 de mayo ultimaron a Filiberto Álvarez, reportero de una radio de Morelos, acribillado cuando volvía a casa después de su programa de radio.
El 15 de mayo mataron al sexto periodista de este 2017. Su nombre es Javier Valdéz Cárdenas, corresponsal de La Jornada en Sinaloa y cofundador del Semanario Río Doce, quien cubría temas de narcotráfico. Su asesinato ocurrió mientras se dirigía a ese semanario. Los periodistas en México, están desprotegidos por quien debería de protegerlos, por las autoridades, quienes prefieren incluso inculparlos en lugar de proporcionarles seguridad durante, antes y después de sus labores.
Es muy cierto que lo ocurrido en nuestro país no es tema central de grandes foros y tampoco enfrenta a grandes potencias nucleares sobre nuestro terreno, pero se trata sin duda de un fenómeno: la violencia, que se ha apoderado de todos los órdenes de gobierno y de la estructura política, económica y social de México.
El International Institute for Strategic Studies (IISS) ha situado a México como el segundo país más violento del mundo, después de Siria que se encuentra inmersa en una guerra civil desde hace siete años. Eso quiere decir que en nuestro país fue donde más personas murieron de forma violenta en 2016, claro, detrás de Siria, pero por delante de Yemen, Somalia, Sudán, Turquía, Sudan del Sur y Nigeria.
Según los mismos datos del IISS, el año pasado murieron 23 mil personas, es decir, 63 cada 24 horas, mientras que en Afganistán fueron 17 mil y en Irak 16 mil. La respuesta del gobierno de Peña es la negación rotunda a las cifras, como si negarlas fuera a mejorar la situación en este país.
El gobierno de las negaciones no tiene un plan para proteger a la población y para garantizar seguridad a los periodistas, que únicamente cumplen con su trabajo. El gobierno de Peña está más preocupado al día de hoy por no perder el Estado de México, su bastión electoral, que por hacer frente a los problemas de seguridad que inundan este país y ocasionan que no se desarrolle adecuadamente.
El priísmo no tiene una ruta para combatir al crimen organizado que ha ocasionado tanto dolor a nuestro país. Para lo único que tiene una ruta este gobierno es para negar la situación real del país que ha abandonado.
Hace unos días, Ciro Gómez Leyva mostró en su noticiario una foto del primero de diciembre de 2012 en la que aparecen los 19 gobernadores y ex gobernadores priístas junto al presidente, Enrique Peña Nieto. En dicha foto se hace hincapié del presente de algunos de esos mandatarios, como Rodrigo Medina, ya procesado, al igual que Andrés Granier. Además, Javier y César Duarte, ex gobernador de Veracruz y Chihuahua respectivamente (el primero detenido hace apenas unos días).
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A ellos se suman el quintanarroense Roberto Borge, que hoy está prófugo; el michoacano Fausto Vallejo, ligado a la delincuencia organizada; el coahuilense Humberto Moreira, quien, al igual que todos los demás, dejó un gran rastro de corrupción en su estado cuando fue gobernador; el nayarita Roberto Sandoval, el colimense Mario Anguiano, acusado de desvíos de recursos y Egidio Torre, quien tiene acusaciones de permitir operar al crimen organizado.
El rastro que dejó tras de si la “Nueva generación del PRI” en sus estados y en su país, fue de corrupción, delincuencia organizada apoderándose de las instituciones de sus estados y endeudamiento de las arcas públicas en números históricos.
Estos gobernadores, como menciona Ciro, eran llamados los Virreyes, pues en sus entidades federativas solamente ellos mandaban, al grado de ningunear a los ex presidentes panistas, Vicente Fox y Felipe Calderón. En parte ello explica la triste realidad en la que nos encontramos hoy en día, pues a pesar de la formulación de estrategias anti corrupción y de combate al crimen organizado, los gobernadores impedían su aplicación.
Cansados de tantos amaños y malos gobiernos priístas, el año pasado los votantes de tres estados de la República: Durango, Veracruz y Tamaulipas, los cuales, desde la institucionalización del sistema democrático en México, siempre habían pertenecido al PRI. Este año, está en juego la entidad con más población del país, la cual también es la que tiene el padrón electoral más grande.
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El candidato priísta, Alfredo del Mazo, es la tercera generación de una familia que se ha apoderado del Estado de México. Su abuelo fue gobernador en 1945 y su padre de 1981 a 1986. El abuelo, fue partícipe de la formación del grupo Atlacomulco, ese que ha ocupado el palacio de gobierno en Toluca en incontables ocasiones y que ocupa la presidencia de la República. Por su parte, el hijo ya fue presidente municipal de Huixquilucan, secretario de turismo del estado, director de Banobras y hasta antes de ser candidato a la gubernatura, diputado federal.
Aunque la familia del Mazo no ha ocupado el palacio de gobierno durante este nuevo siglo, sí lo hizo su primo hermano (por lo que nunca ha dejado de estar en familia), el hoy presidente de México, Enrique Peña Nieto. La familia y el grupo Atlacomulco se han hecho de los puestos más importantes del país desde hace décadas. Debido a ellos, la inseguridad en el Edoméx ha incrementado considerablemente: robos, asaltos, feminicidios y el crimen organizado han repuntado en la entidad que hoy se cae a pedazos.
Ante ello, parece que la sociedad en el Estado de México se ha cansado de tanta corrupción y de la inseguridad. Del aumento de la pobreza y de la falta de oportunidades. Junto al país, la pirámide poblacional del Edoméx se está revirtiendo y, dentro de unos años más, serán más los jóvenes menores de 30 años que los adultos que han mantenido al PRI en la entidad, al grado de que hoy, a ese grupo político no le importa.
En general, México está cansado de los Peña y de los Duarte; de los Moreira y los Vallejo. El PRI nunca había estado tan tocado como el día de hoy. Ni siquiera en el año 2000 era tan evidente el desgaste de esa organización política, que además gobernó el país durante siete décadas. Que sepan los priístas corruptos, que sus años de protección se han terminado.
En 2012 millones de ciudadanos permitieron que regresara poder, y hoy todos esos mismos ciudadanos tienen la oportunidad de evitar que continúen en el Edoméx y en 2018, en Los Pinos. En el año 2000 y hasta 2012, el Partido Acción Nacional asumió la responsabilidad, otorgada por el voto de confianza de los ciudadanos, de administrar la nación. Así como desde 1989 el PAN ha sido capaz de encabezar gubernaturas, y lo ha hecho bien.
En el PAN sabemos que la dignidad de la persona humana, bien común y la subsidiariedad son lo más importante a la hora de gobernar. Así lo hicimos 12 años desde Los Pinos a lo largo y ancho de todo el país, y lo hemos hecho en las entidades y municipios que hemos gobernado y gobernamos actualmente. Que los mexiquenses no tengan duda de que así será, con su confianza en las urnas del Estado de México, cuando Josefina Vázquez Mota ocupe el despacho principal del palacio de gobierno en Toluca.
La nueva generación de priístas, que Enrique Peña Nieto mencionaba con orgullo en su campaña presidencial, terminó siendo un puñado de delincuentes que robaron sin descaro a sus estados y se burlaron de los ciudadanos, ya basta de cinismo y de priísmo.
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Nuestro país es de los más desiguales del mundo. Pese a ello, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Ciudad de México tiene el Índice de Desarrollo Humano (IDH) más alto del país, con un coeficiente de 0,8307, donde entre más cercano a uno se encuentre el valor, más desarrollado es. Esto significa que su nivel de desarrollo, gracias a la calidad de los servicios que ofrece a sus ciudadanos, es muy próxima o similar a Portugal.
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Para medir el IDH, se toman en cuenta tres variables: salud, educación e ingreso. Dentro de la misma Ciudad de México, la medición ubica a la Delegación Benito Juárez como la más desarrollada, por encima de Miguel Hidalgo o Coyoacán, por ejemplo, demarcaciones donde habitan una parte de los capitalinos que más ingresos tienen. A pesar de ello, el mismo PNUD, le otorga a Benito Juárez un valor de 0,915 puntos en salud, 0,965 en educación, y 0.875 en ingreso. En contraste, delegaciones como Xochimilco, Iztapalapa, Cuajimalpa, Tláhuac o Milpa Alta, tienen los últimos lugares en los tres rubros.
En suma, los números anteriores nos regalan información muy valiosa, pero también muy estremecedora acerca de una realidad que todos conocemos pero que muchos ignoran: la desigualdad existente tanto en la Ciudad de México, como en el país en general. Como ya vimos, dentro de la medición realizada por el PNUD, la Delegación con mejor desempeño fue Benito Juárez, mientras que la de menor fue Milpa Alta. Para plasmar de mejor manera el contraste en el que vivimos más de 120 millones de mexicanos, Benito Juárez es equiparable a Países Bajos y Milpa Alta a Irán.
Otra forma de medir la desigualdad es el Índice de Gini, el cual mide, en una escala de cero a uno, donde cero significa que todos tienen los mismos ingresos y el otro extremo, uno, donde uno solo concentra toda la riqueza. Para el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), Gini mide la desigualdad económica en una sociedad, mediante la exploración del nivel de concentración que existe en la distribución de los ingresos entre la población.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), otorga a nuestro país un Índice de Gini de 0.46, en contraste con Islandia que tiene el más bajo del mundo, lo que equivale a 0.24, así como 0.25 para Noruega y Dinamarca, mientras que Alemania y Francia, tienen un valor de 0.29.
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Los datos sobre Benito Juárez no son nuevos. La demarcación lleva ya varios años como la mejor posicionada en la Ciudad de México, e incluso a nivel país. El éxito ha consistido en una serie de políticas públicas y sociales que han proporcionado una alta calidad de vida a sus habitantes, con todo y los impedimentos que tiene el no contar con el mismo estatus -libertades- que el resto de los más de 2,400 municipios de la nación.
Con todo ello, el éxito ha sido rotundo. En la presente administración encabezada por el delegado Christian von Roehrich, la inversión en infraestructura ha sido muy importante. Para este 2017 se tienen presupuestados aproximadamente 200 millones de pesos de inversión en reencarpetado y otros 200 para continuar con la construcción de las esquinas seguras, que benefician a todos los vecinos de la demarcación, puesto que están diseñadas para la accesibilidad total.
Hasta el momento se han realizado 3,800 de esas esquinas, además del balizamiento y pintado de 600 cebras en coordinación con vecinos y la sociedad civil en puntos considerados como cruces o intersecciones peligrosas, se ha ampliado el Sistema Ecobici en coordinación con la Secretaría del Medio Ambiente de la CDMX, además de la realización de 16 ciclovías en vías primarias y secundarias.
El tratamiento que se hace sobre el destino de los recursos públicos es acorde a las estadísticas que, sobre educación, por ejemplo, tiene el CONEVAL sobre la delegación. Ubicado en primer lugar a nivel nacional con un valor de 0.965, la demarcación cuenta entre sus casi 400 mil habitantes, únicamente con 28,128 personas con rezago educativo (INEA, 2016), de los cuales 1,966 son analfabetas, 6,042 sin primaria y 20,128 sin secundaria. De igual manera, el nivel de ingreso de la Delegación es el primero a nivel nacional, con una medida de 0.875.
Sin embargo, a pesar de las características tan peculiares de la Delegación Benito Juárez, que la ubican al nivel de un país europeo como Portugal, también existe pobreza, como lo muestran datos anteriores. En 2010, el INEGI reportó que del total de hogares (132,563) 51,489, es decir, el 38.84%, es dirigido por mujeres. Ante dicha situación, la inversión a manera de programas sociales como el de Apoyo a Jefas de Familia que realiza el gobierno del delegado Christian von, se ha mantenido, con una ministración de seis mil pesos. En ese sentido, el apoyo a personas con discapacidad también, con una ministración de 7,500 pesos.
Además, la inversión que se ha hecho en apoyo al deporte se verá reflejada en la remodelación total de la Alberca Olímpica, con el objetivo de que cumpla con los parámetros internacionales para la realización de pruebas de primera categoría. Además, se remodelan diferentes deportivos como el Tirso Hernández. En cultura, se han llevado a cabo eventos, en coordinación con la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados, presidida por el diputado Santiago Taboada, como la presentación del tenor Fernando de la Mora en la explanada delegacional. También se remodelan las casas de cultura de Moderna, Gaby Brimmer y se invertirá en el Centro de Desarrollo Social Ocho de Agosto.
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Asimismo, Benito Juárez es la delegación de la Ciudad de México que cuenta con la mayor cantidad de adultos mayores, ante lo cual se han realizado y realizarán inversiones para la remodelación de los dos planteles de la Universidad de la Tercera Edad, con la finalidad de que continúen operando y se actualicen. Incluso, está en construcción un nuevo CENDI modelo delegacional y se construirá uno más durante esta administración.En los próximos meses entrará en funcionamiento la Universidad de la Mujer, la cual brindará capacitación para el autoempleo y que, con ello, mujeres de la demarcación y de las otras 15, puedan empoderarse.
El gobierno humanista del Jefe Delegacional Christian von Roehrich está continuando con el legado panista, de hacer de Benito Juárez, el mejor lugar para vivir. Acción Nacional sabe gobernar, y es quien mejor lo hace.
Hoy más que nunca México necesita de verdaderos líderes, que sepan unir a los diferentes sectores de nuestra sociedad, en especial a la sociedad en tiempos de elecciones que es cuando las decisiones políticas pasan a primer plano. La amenaza que representa Donald Trump es real y todas aquellas voces que argumentaban que al llegar a la Casa Blanca ablandaría sus políticas parecen acallarse. Aunque es cierto, son sus primeros días despachando desde la Oficina Oval y necesita legitimarse, sobre todo después de llegar con tan bajos índices de aprobación.
Ya lo vimos. El fin de semana pasado comenzaron las deportaciones de migrantes desde Estados Unidos rumbo a sus países de origen. Salvadoreños, guatemaltecos, un brasileño, un chino y hasta un israelí fueron los objetivos, pero el común denominador fueron los mexicanos. De los 400 deportados, 121 eran mexicanos, lo que demuestra que el objetivo del nuevo ocupante del 1600 Penn, son los ciudadanos al sur del Río Bravo. Incluso, el ICE detuvo en el estado de California (un estado que protege a los migrantes) al primer dreamer protegido por DACA (la ley de Obama que protege a los jóvenes dreamers). La respuesta de ICE fue sencilla: el joven pertenecía a una pandilla.
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Además de esto, Donald Trump continúa con las amenazas a nuestro gobierno respecto a la renegociación o cancelación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA por sus siglas en inglés) y con que los mexicanos pagaremos por el muro que quiere construir en su frontera sur. Como un breve apunte, el lunes el premier canadiense, Justin Trudeau viajó a la capital estadounidense para reunirse con Trump. Para sorpresa del canadiense (cuyo padre es considerado el padre del Canadá moderno), el mensaje fue muy tranquilizador. “Haremos algunas cosas que serán positivas para ambos países” pues la situación con el país de la hoja de maple es mucho menos grave de lo que pasa en la frontera sur, donde durante muchos años las transacciones no fueron justas. “Vamos a tener una gran relación con Canadá”, mencionó el primer mandatario estadounidense. En ese contexto, el Presidente Peña y su equipo han respondido de manera bastante tibia y demuestran que no son estadistas.
El Presidente del Partido Acción Nacional, Ricardo Anaya, viajó a Berlín para reunirse con quien denominó como la mujer más poderosa del mundo, Angela Merkel. Recibido por la canciller durante el espacio de casi una hora hablaron sobre todo de migración, algo de lo que Alemania puede enseñar mucho al mundo, ya sea porque sobre todo históricamente durante la última década del siglo XX ha recibido una gran cantidad de migrantes (sin embargo, durante décadas han recibido una gran cantidad de turcos), o porque actualmente han defendido la presencia y la defensa de los migrantes sirios, iraquíes o africanos a la Unión Europea, la cual lideran junto con Francia.
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El presidente Anaya fue y logró coincidir con Merkel, pues le manifestó que los muros no son la solución a los problemas migratorios que deben ser abordados desde sus causas más profundas”. Muchos se preguntarán, ¿cuál fue la razón del viaje del presidente del PAN? Construir nuevas alianzas para con ellas ya no depender de un solo mercado. Eso justamente es algo que debería estar buscando el gobierno mexicano, pero hasta hoy no se ha visto ninguna acción decidida de la presente administración para construir con el mundo. Es decir, de nada sirven los más de 40 tratados y acuerdos comerciales que este país tiene con el mundo; o al menos no al presidente emanado del PRI.
“En el PAN nos hemos propuesto fortalecer alianzas con quienes compartimos valores y visión, pues ante la coyuntura actual no bastan los llamados a la unidad nacional”. Y esos aliados a quienes Ricardo Anaya hace referencia son, en primera instancia, los partidos integrantes de la Internacional Demócrata de Centro, de la cual también es miembro la Unión Demócrata Cristiana, el partido de Merkel.
La madera de estadista se demuestra sin esfuerzo, y en ello el presidente Peña y su equipo han dejado mucho que desear. En cambio, el presidente del PAN, Ricardo Anaya, ya logró acercarse en cuestión de tiempo y sin tanto esfuerzo, a la líder de uno de los países más poderosos del mundo. Anaya el arquitecto de puentes, el que construye alianzas, el que piensa como estadista, aquel líder político que no se limita a lo partidista, aquel mexicano que ya trascendió fronteras buscando una patria más ordenada y generosa.
En México siempre hemos tenido un culpable para todos nuestros males, hoy: Estados Unidos. Con ello no quiero decir que no tengan responsabilidad en muchos de los malestares que sufre nuestro país, pero también debemos ser claros al aceptar nuestra responsabilidad como nación y como ciudadanos.
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A los gobiernos del siglo pasado les resultó sencillo culpar de todos sus problemas a nuestro poderoso vecino país del norte, todo era culpa de aquellos que nos habían “robado la mitad de nuestro territorio”.
Los últimos días hemos sido testigos de un fenómeno de mexicanismo en ocasiones exacerbado; sentimiento de unión hecho posible en una sociedad que no suele congregarse bajo una misma idea mas que en contados casos, como algunos eventos deportivos o el 15 de septiembre, por ejemplo. Mucho menos tenemos el hábito de apoyar al gobierno en sus decisiones, a menos que seamos partidarios de quien dirige o que, como en este caso, se haya visto ofendido nuestro país, nuestra nación, nuestras costumbres.
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Ese mexicanismo suele ser pasajero y sin largo alcance, de ocasión cuando alguien externo se expresa de mala manera de cualquier viso de identidad nuestro. Desde la bandera hasta un jugador de fútbol, no importa. El mexicano siempre se une en esos casos, pero cuando es momento de hacer algo en serio por el país, muy pocos son quienes levantan la mano. Eso es lo habitual en México y el presidente estadounidense, Donald J. Trump, provocó una nueva oleada; un mexicanismo que fue sencillo de extenderse gracias a las redes sociales.
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Lo interesante aquí es que la mayor parte de las fuerzas políticas se pronunciaron respaldando al presidente Enrique Peña Nieto cuando este, después de ser prácticamente des invitado de Washington por el mismo Trump, tuviera que informar a la Casa Blanca que no acudiría a la reunión bilateral que sostendría con el primer mandatario de aquel país.
Ante ello, la opinión pública también aplaudió casi en su totalidad, con la salvaguarda de algunos críticos por la tardanza de tal decisión. El sentimiento patriota y nacionalista afloró en muchos mexicanos, por no que en decir millones. Incluso, rozó en el chauvinismo, pidiendo evitar el consumo de mercancías de origen estadounidense, pero demostrando inconformidad por la amenaza de muerte al Tratado de Libre Comercio, bella ironía cibernética.
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La Real Academia de la Lengua Española define al nacionalismo como el “sentimiento fervoroso de pertenencia a una nación y de identificación con su realidad y con su historia”, mientras que al patriotismo como “amor a la patria”. Entretanto, Joaquín Blanco Ande, teórico español, define a la patria como “una especie de sentimiento afectivo respecto al espacio geográfico que nos vio nacer, y que se corresponde con la posesión de cierta ciudadanía”.
De ahí que uno de nuestros principales enemigos, sino es que el principal, sean los Estados Unidos, pues después de sendas guerras en las que nuestro país perdió más de la mitad de su territorio (1846-1948) con la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo y de otras invasiones, la última con el bloqueo del puerto de Veracruz por parte de la marina estadounidense en 1914, es completamente comprensible.
Sin embargo, la mejor herramienta para afrontar los tiempos difíciles que se avecinan para el país con la llegada de Donald Trump a la presidencia, es que el gobierno, la iniciativa privada, las diferentes fuerzas políticas y la ciudadanía, nos unamos en un frente único, bien organizado y con la información legal, económica, social y política correcta, información que debe de ser socializada a todos los habitantes del país. De nada sirve envolverse en la bandera si no existe la información necesaria del acontecer de la problemática. Si en el pasado un factor pesó sobre la espalda de aquellos mexicanos fue la desunión o ¿qué más hizo posible también que los franceses marcharan en la capital mexicana en 1863?
No hay nacionalismo que cure un problema nacional, como jarabe para la tos, más bien debe de ser lo que motive a tomar acciones estratégicas, no hay mexicanismo más eficiente que conocer nuestra historia, alzar la voz ante los malos gobiernos y alistar nuestro voto para sacar a aquellos gobernantes que toleran y permiten que la dignidad de nuestro país sea aplastada en escenarios internacionales.
Esta semana fuimos testigos de una elección histórica en los Estados Unidos. Contra todos los pronósticos –como sucedió en el referéndum del Brexit en el Reino Unido y en el de los acuerdos de paz en Colombia– las encuestas se volvieron a equivocar.
El martes a las 11 de la mañana, el New York Times daba 90% de probabilidades de triunfo a la candidata republicana Hillary Clinton, pero a partir de las 6 de la tarde –o incluso un poco antes– comenzaron a bajar esas probabilidades hasta que ese mismo porcentaje anunciaba que el candidato republicano y magnate, Donald Trump, sería quien ocupará la Casa Blanca los próximos cuatro años, por lo menos.
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A las 10 de la noche el camino para que la candidata demócrata llegara a la Casa Blanca se redujo a una mínima posibilidad, misma que no llegó, y a las 2 de la mañana del 9 de noviembre Trump se declaró ganador una vez que rebasó los 270 votos electorales. La reacción de Clinton fue no salir a felicitar públicamente a su contrincante y a sus colaboradores, sino que únicamente realizó una llamada telefónica al magnate para felicitarlo.
A todo esto, ¿cómo se explica el triunfo de un candidato que durante su pre campaña y su campaña incitó al odio a lo diferente, al racismo, a la xenofobia? La respuesta no es para nada sencilla, pero encuentra parte de la respuesta en los resultados del gobierno del demócrata Barack Obama y la crisis económica que estalló justamente en el año que él llegó al 1600 de la Avenida Pensilvania: 2008.
Ciertamente, fue una crisis que se cocinó con años de anticipación, pero cuyo punto álgido tuvo momento ese año, y cuyas consecuencias, también, se siguen sintiendo tanto en los Estados Unidos como en el mundo entero. La población estadounidense que, en 2009 fue detectada viviendo en pobreza fue de 13.9%, y si se calcula la población total en 320 millones de personas, el resultado es de 39.8 millones, su nivel más alto desde 1997 según la Oficina del Censo.
Lo mismo ocurrió con la mediana de los ingresos de las familias, pues bajó 3.6% a 50,303 dólares en 2008. En el mismo informe de la Oficina se establece que el estallido de la crisis rompió con tres años de incrementos.
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Junto a lo anterior, el discurso de Donald Trump estuvo lleno de referencias hacia los migrantes ilegales, sobre todo musulmanes y latinos; a estos últimos, aseguró, los deportaría en cuanto llegara a la presidencia de los Estados Unidos. Contrario a eso, el discurso tanto de Clinton como del aún presidente estadounidense, Barack Obama, fue unir esfuerzos para solucionar el tema de los indocumentados. Lo único cierto es que durante la administración Obama fueron deportados a sus países de origen 2 millones de personas ilegales y se reforzó con armamento y agentes la frontera sur, sobre todo.
Quizá esto explique que aproximadamente 30% del voto hispano fue a parar a los números del republicano.
En política exterior, el gobierno de Obama cometió algunos errores frente a Rusia, y el principal fueron los débiles pronunciamientos ante la anexión rusa de Crimea. Además, existe dentro del imaginario estadounidense la idea de que Estados Unidos está en proceso de dejar de ser la potencia mundial frente a China, lo que ha valido a Trump lo suficiente para insertar en la cabeza de los votantes su slogande campaña:Make America great again.
Aunado a todo lo anterior, el desempleo que tuvo un fuerte repunte también a raíz de la crisis económica de 2008, no ha podido volver a los niveles de 2005, aunque cierto es que ha ido considerablemente a la baja, y si en octubre de 2009 llegó a estar en 10%, en junio de 2016 se encuentra en 4.9%. A pesar de ello, el magnate republicano logró atraer a todos aquellos que padecieron los efectos de la recesión y llevar a su discurso el hecho de que las fuentes de trabajo se van a los países en vías de desarrollo por los bajos salarios y las condiciones de trabajo menos laxas, principalmente hacia México.
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El resultado de todo esto es que, analizando todo lo anterior, no es para nada extraordinario que Donald Trump, con todo y su discurso plagado de ataques contra las minorías (entiéndase como minorías aquellos que no son blancos), haya sido electo para representar al país más poderoso del mundo, lo que automáticamente lo convertirá en el hombre más poderoso del planeta.
Una serie de errores de los demócratas cristalizados en Obama, han inclinado la balanza del lado republicano, quienes dominarán también el Congreso en su totalidad, tanto la cámara alta como la baja. Algo similar se ha cocinado en Europa y América Latina, mientras esta clase de discursos y políticos ganan terreno y seducen a los votantes más desesperados. En una democracia los resultados electorales no son un error, son un mandato.
ElPartidoAcción Nacional atraviesa tiempos históricos. Las elecciones del 5 de junio pasado dejaron al partido con un saldo de 7 de 12 gubernaturas ganadas, lo que equivale a que el PAN gobernará por primera vez 11 estados de la República; algo nunca antes visto en toda la vida del partido.
A su vez, el futuro depara grandes retos a Acción Nacional: en primer lugar, debemos afrontar las elecciones del próximo año en el Estado de México. Nada sencillo si concluimos que es una de las entidades que nunca han tenido transición política, la cual también representa el padrón electoral más grande de nuestro país, según el INE. El segundo reto se apunta a 2018 y la sucesión presidencial, cargo que el PAN busca recuperar y cuya tarea, aunque difícil, se ha facilitado con el correr de la presente administración gracias al mal gobierno del presidente Peña.
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Ahora bien, esos grandes retos a los que debemos hacer frente los panistas, no serán exitosos si no nos mantenemos unidos. Unidos arrebatamos Veracruz, Tamaulipas y Durango al PRI, pese a que nunca habían sido gobernados por otro partido. Pero también, unidos hemos sobrevivido a los fuertes embates del partido oficial desde nuestra fundación, y de la misma manera hicimos posible, en el año 2000, la primera transición política de nuestro país en siete décadas.
Ante ello hay que recordar que bajo la dirección de Ricardo Anaya fue posible lograr esos grandes resultados este año. Sin duda alguna, eso lo posiciona como el mejor presidente que ha tenido el partido, por lo menos en lo que va del siglo. Se debe a quienes en un proceso abierto a la militancia, votaron por él para el cargo que desempeña actualmente. No debemos olvidar que fue electo por 81% de los votantes. La cohesión ha sido la clave de nuestro éxito y así lo han constatado los mexicanos.
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Hace unos días, 18 distinguidos miembros de Acción Nacional presentaron una carta donde expresaban su desacuerdo con las supuestas intenciones del presidente del partido, Ricardo Anaya, de contender por la candidatura para la presidencia de la República. Argumentan que no están de acuerdo en que sea, en pocas palabras, juez y parte del proceso pues amenaza la unidad en las filas del PAN.
Ricardo Anayano ha declarado hasta el momento su interés de competir por la presidencia de la República, él está concentrado en su papel de dirigente nacional, lo comprobamos con el gran resultado electoral del pasado junio. Sospechas sobre aspiraciones personales no se me hace una razón de suficiente peso que amerite la renuncia a un mandato encomendado por miles de militantes.
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Los esfuerzos de líderes, dirigentes, militantes y simpatizantes deben estar concentrados en los procesos electorales del próximo año, pues serán decisivos para las aspiraciones del partido en 2018. Ya habrá tiempo de mayor tranquilidad para pensar en los próximos retos electorales, pero el inmediato está a la vuelta de la esquina y se llama 2017.
No nos concentremos en las supuestas aspiraciones personales de Ricardo Anaya, concentrémonos mejor en las aspiraciones generales del Partido Acción Nacional.
El pasado martes fue develada en la Ciudad de México la efigie de un constructor de institucionesdel México posrevolucionario, un hombre que supo analizar el presente y visualizar el futuro de su generación: don Manuel Gómez Morin.
Gómez Morin nació en Batopilas, Chihuahua en el año de 1897, cuando Porfirio Díaz vivía la plenitud de su sistema político. A los 23 años fue nombrado Secretario de la Escuela de Jurisprudencia de la Universidad Nacional, tiempo después ocupó el cargo de secretario particular del Secretario de Hacienda en el gobierno del sonorense Adolfo de la Huerta.
En 1921 es nombrado oficial mayor de la Secretaría de Hacienda y a los pocos meses se convierte en subsecretario de Hacienda. Cuatro años después, redacta la ley que funda el Banco de México, icónica obra del callismo y la posrevolución. Presidió el Consejo del Banco de México, fundando después la actualmente llamada: Escuela Bancaria y Comercial.
En el campo universitario también dejó un gran legado, en 1933 fue nombrado rector de la Universidad Nacional de México, siendo precursor de la autonomía universitaria. Un año después, de la mano de Daniel Cosío Villegasfunda el Fondo de Cultura Económica.
Fue un hombre de amistades sólidas, como la que vivió con José Vasconcelos, cuando ciegamente lo siguió en su ilusión política de querer vencer la maquinaria construida por la suma de las fracciones revolucionarias que aún existían en el país una vez firmada la Constitución de 1917.
Su experiencia política de sabor amargo por la difícil campaña vasconcelista lo hizo reflexionar sobre la importancia de crear una institución política que buscara corregir el trayecto caudillista y fratricida de los gobiernos revolucionarios, una verdadera escuela de ciudadanos que sumara esfuerzos en la búsqueda del bien común de todos los integrantes de la sociedad mexicana.
Fue así cuando el joven chihuahuense tuvo la iniciativa de convocar a su generación inmediata, un grupo de jóvenes con los que había crecido y vivido las realidades que dañaban al país, todos ellos profesionistas, revolucionarios culturales que conocían bien los problemas del país y la desigualdad que predominaba.
La obra de Gómez Morinllegó a cristalizarse de manera paulatina durante toda la mitad del siglo pasado; aun vemos cómo su legado sigue consolidándose y sus obras contribuyendo al bien común nacional; al ámbito político, gubernamental, cultural y por supuesto universitario.
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La lección de Gómez Morín es clara y precisa, mirar a nuestro alrededor, visualizar y comprender bien los problemas que aquejan la realidad inmediata y convocar a nuestra generación para trabajar en conjunto por nuestra sociedad, nuestro país y nuestras instituciones.
Acción Nacional es un partido político único en México. Ningún otro permite tanta participación a sus militantes como el PAN. En cualquier otro, las decisiones son tomadas por la dirigencia del partido, mientras dejan fuera de todas las decisiones importantes a la gran mayoría de sus integrantes.
Solamente en el PAN sus miembros tienen el derecho y la obligación de elegir a todos y cada uno de sus representantes: diferentes procesos internos, hasta los cargos de elección popular como, por ejemplo, el mismo candidato a la presidencia de la República. ¿En qué otro partido sucede esto? La respuesta es simple: en ninguno.
En el Partido Acción Nacional los militantes tenemos voz y voto. Los valores de la democracia son un baluarte, un estandarte para nosotros y los defendemos a capa y espada. Esos mismos valores se nos inculcan a los miembros más jóvenes (entre 18 y 26 años), es decir, a quienes integramos Acción Juvenil, organización juvenil del partido que alista a sus militantes para cuando llegue el relevo generacional. Así los nuevos dirigentes del partido puedan tener la mejor preparación para desempeñar de manera profesional el cargo de servidor público.
Sembrar en nosotros los jóvenes esos valores en concordancia con los Estatutos y los Principios de Doctrina, es una de las grandes misiones del partido. Desde su fundación, el PAN ha priorizado la participación y opinión de jóvenes en la vida diaria de la institución. No hay órgano de toma de decisiones municipal, estatal o nacional donde no tenga voz y voto por lo menos un joven.
Así, este domingo 2 de octubre, los miles de jóvenes que pertenecemos a Acción Nacional en todo México, nos daremos cita nuevamente para elegir a nuestro próximo dirigente nacional juvenil.Una fiesta democrática para todos los que integramos esta gran organización de jóvenes interesados en el futuro de nuestra nación, elecciones que nos refrendan el orgullo de vivir con plenitud la democracia que existe en nuestro partido.
¿Cómo podríamos pedir a los ciudadanos su confianza, su voto, su apego a la democracia si dentro de nuestro partido las cosas no son de esa manera? Responder a esa cuestión no es algo sencillo para cualquier militante de otro partido político, pero para nosotros, es la mejor forma de acercarnos a los mexicanos.
Acción Juvenil está cerca de cumplir 30 años de encausar a los jóvenes en la mejor escuela de ciudadanos que existe en el país: el Partido Acción Nacional. Tener a jóvenes entusiasmados en la búsqueda del bien en su entorno es garantía de esperanza presente para la patria.
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